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Diario de viaje: 24 de Noviembre.
13 Enero 2012
5:45 de la mañana, ¡en pie! Es muy temprano pero he dormido del tirón desde las 21:00 horas. Una ducha, cerrar la maleta y bajar a recepción; tengo un taxi concertado para las 6:00. Se lo comento al amable recepcionista y me dice que espere un segundo, toca un timbre y al momento aparece un señor por la puerta. Me llama y cuando salgo del hotel con mi maleta....¡Sorpresa! Hay un coche normal y corriente, sin nigún rótulo de taxi. Ataque de nervios momentáneo (en todas las guías de México te dicen que NUNCA te subas a un taxi no autorizado). Me calmo, pienso rápido. Son las 6 de la mañana, tengo que llegar al aeropuerto para coger un avión y estoy en un callejón con una sola salida. Pues nada, hay que subirse a ese avión. Le pregunto al supuesto taxista cuanto me va a cobrar, el precio me convence así que meto la maleto, me subo yo y ponemos rumbo al aeropuerto. Ayer no os había contado que ir en coche por México da mucho más miedo que todas esas noticias que nos llegan por la televisón, practican una conducción muy arriesgada. De camino, el amable señor me cuenta que está jubilado y que la pensión no le llega para nada, y que por eso se saca un dinero extra como taxista. Me pide que si algún policia me pregunta algo en el aeropuerto les cuente que es amigo mío y que no me ha cobrado nado. Eso ya me pone un poquito nervioso, tener que dar explicaciones a las Federales. Llegamos al aeropuerto (le pagué de camino para que nadie nos viera), agarré mi maleta y eché a correr hasta el mostrador de facturación. Evidentemente, todas las puertas del aeropuerto están llenas de vigilancia policial, y no tenía ganas de tener algún problema con ellos a las 6:30 de la mañana.
Facturo la maleta y me dan el billete de embarque, no hay ningún problema. Busco un sitio para desayunar. Pido un café y me dan un vaso de casi un litro, ¡Esto es el paraíso!
Estoy esperando delante de la puerta de embarque. Deberían haber anunciado el vuelo pero las pantallas están vacías, nadie sabe nada y hay otros vuelos retrasados. Finalmente embarcamos rápido y despegamos prácticamente a la hora prevista.
Aterrizo en Mazatlán, según me bajo del avión me golpea la cara una ola de calor húmedo. En la puerta del aeropuerto me stá esperando la directora del Instituto de Cultura de Maztlán. Me lleva al Hotel, me presenta a más gente del equipo y me explica donde está el Museo de Arte; que es dónde tenemos la función, no hoy, sino al día siguiente.
Me dejan en el Hotel para descansar. Está justo enfrente del malecón. No me puedo creer que haya pasado del ajetreo del D.F. a la tranquilidad de Mazatlán. Me doy una vuelta por el malecón, me sobra toda la ropa. Me siento a tomar un café y veo que me vuelven a traer una taza enorme. Al rato me preguntan que si quiero que me llenen la taza....¡Creo que me va gustar esto! Por cierto, no os conté que la habitación del hotel tiene cafetera.
Después de comer llega Robert Spin, el director del Festival. Me entrega una bolsa con regalos (una camiseta, un bolígrafo, la revista cultural de Sinaloa, una recopilación de textos de dramaturgos sinaolenses...). Tomamos más café y damos una vuelta por el centro de la ciudad. Es colonial, muy bello. Aprovechamos para buscar las cosas necesarias para la función. En el mercado compro el café en grano y encuentro el caldero. Al principio no me entendían lo que necesitaba. Allí lo llaman cubeta. No da tiempo a encontrar la bollería industrial. Nos vamos al Museo de Arte para el ensayo técnico.
Han montado un escenario en el patio. Las dimensiones de la escena no están mal y hay mu poco equipamiento técnico. Aún así es un lugar muy bonito. Conocemos al técnico del lugar, está acabando de montar los focos, dirigiéndolos y filtrándolos. Ya me doy cuenta dee que el ritmo de trabajo allí es mucho más relajado que aquí. Nos cuenta que mañana llegará el linóleo y el proyector. Se acaba la hora del ensayo, el técnico se tiene que ir a montar una exposición en otro sitio. No hay tiempo para probar nada pero nos dice que estemos tranquilos, que mañana habrá tiempo suficiente.
Pues nada, nos vamos a cenar y al hotel a dormir. Empiezo a ponerme un poco nervioso, no por la función en sí, sino por la parte técnica. Sigo cansado del viaje aunque, a decir verdad; tampoco noto mucho el jet lag.
Mañana tengo la primera función....
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